Las discotecas y clubs de alto nivel han aprovechado el tirón de los hoteles de lujo que se están abriendo en la capital para instalarse en los entornos más exclusivos de la ciudad
El lujoso barrio londinense de Mayfair, junto a Hyde Park, es conocido por sus elegantes adosados georgianos. Pero también porque alberga algunos de los hoteles, restaurantes y tiendas más exclusivos de la ciudad, como las sastrerías a medida de Savile Row y las boutiques de diseñadores de Bond Street. Fue ahí donde en 2014 se creó la primera discoteca Toy Room, una poderosa marca de ocio nocturno (de la que el Grupo Pachá adquirió una participación mayoritaria en 2021) que hoy tiene sede en ciudades como Dubái, Mikonos, Estambul, Roma, Atenas, Delhi, Sao Paulo, Ibiza y, desde hace menos de un año, en Madrid.
El nuevo local se encuentra a poco más de 150 metros de la Galería Canalejas, el nuevo icono del lujo y la gastronomía de la capital, y prácticamente frente al que desde 2020 es su hotel más exclusivo, el Four Seasons. Una ubicación que no es coincidencia, según explica el socio fundador de Toy Room, Jordan Rocca. “Cuando empezamos el proyecto, preguntaba a la gente qué pensaban de esa área y todo el mundo me decía que no, que no es una zona donde haya clubs. Yo contestaba, mira, está ahí el Four Seasons y no son tontos, si piensan que esa área es buena significa que lo han estudiado. Así que para mí era perfecto. Cuando hablas con gente y te preguntan dónde está, decir que enfrente del Four Seasons es perfecto”, asegura.
Cada Toy Room es diferente para adaptarse al público local, pero comparten parte del espíritu italiano de Rocca, genovés con residencia entre Ibiza y Londres. En Madrid abre de jueves a domingo con la actuación de artistas internacionales y música basada, sobre todo, en temas de hip-hop y reguetón. Distribuido en dos pisos, incluye salas VIP al estilo de suites de hotel –con PlayStation y Netflix, entre otros servicios–, una cabina de DJ incluso en los baños y obras de arte. “Soy muy exigente con el servicio a cliente, con cómo mi equipo habla ellos. Pienso que cuidar bien al cliente, que al final es el que gasta dinero en tu club, es lo mejor que puedes hacer. Y hay que darle un servicio completo”, reconoce Rocca, que también participa en proyectos del sector de la restauración, como la cadena de hamburguesas veganas Neat Burger, donde cuenta con Leonardo DiCaprio y Lewis Hamilton como socios.
Aun así, Rocca no es el único que ha encontrado un lugar privilegiado para su local. El diseñador de coches Iñigo Onieva, que saltó a la fama en España por su relación con Tamara Falcó, abrió en noviembre del año pasado el Lula Club junto a dos socios, la única discoteca madrileña con dirección en la icónica calle Gran Vía. “Llevábamos mucho tiempo buscando un local en esa zona, que vuelve a ser de nuevo el eje del ocio de la capital. La Gran Vía es la tercera calle más transitada de Europa y le llaman el Broadway europeo por la cantidad de teatros y entretenimiento que hay. Además, todas las nuevas aperturas de un perfil alto de hoteles están ahí, tipo Four Seasons, Edition, Nobu… y dan sustento a una oferta de ocio de calidad”, apunta Onieva.
El público de esa oferta lo conforman perfiles “bastante variopintos”, según el fundador del Lula, que comenta que en su recién cumplido primer año de vida han frecuentado el club desde miembros de la realeza europea o grupos de actores, hasta un tipo de cliente más underground, atraído por la música electrónica que caracteriza al local. “En París, Londres o Nueva York, los clubs más prestigiosos, exclusivos y referentes de la capital son siempre de música electrónica. En Madrid y en España en general, en cambio, este estilo está más relacionado con lo underground. Aquí quisimos traer ese espíritu a una experiencia premium: ofrecer música electrónica en un club de primera categoría, con una atmósfera de primera calidad y más exclusiva”, confiesa.
El interior del local, concebido por AEME Arquitectos, destacan el terciopelo granate, los espejos, el dorado y las luces de neón. Cuenta con capacidad para 1.2000 personas y ofrece una programación musical que incluye tanto grandes dj’s internacionales como artistas locales emergentes de la música electrónica. “Madrid tiene una oferta de ocio espectacular y siempre van a salir competidores todo el rato. Pero en Lula hemos creado un alma y eso es complicado de replicar, sobre todo en la industria de las discotecas, que suele funcionar por modas. Nosotros hemos creado un club, no una discoteca, y eso hace que independientemente de los locales que vayan abriendo, Lula seguirá siendo un referente. En Madrid hay mucha gente y cada vez vienen más, así que hay espacio para todo”, opina Onieva.
Parte de ese espacio lo ocupa desde hace 25 años Fortuny, el conocido local de fiestas de la jet set madrileña. El legendario palacete francés del siglo XIX, ubicado junto al Paseo de la Castellana, reabrió sus puertas el pasado abril, tras una renovación integral, con el objetivo de adaptarse a las nuevas demandas de ocio de la capital. “Ha aterrizado una hotelería fuerte en la ciudad y ya antes de la pandemia nos planteamos renovar un clásico para que, más que estar de moda, no pasara de moda. También abordamos las tendencias de Europa de tener una buena coctelería de autor y opciones de gastronomía. Ahora es una especie de Soho House sin quedarte a dormir”, detalla el director de contenidos de Fortuny, Fernando Candela.
Así, el nuevo Fortuny Home Club, que Candela describe como “un oasis en medio de la vorágine madrileña”, propone un nuevo concepto basado en cuatro espacios diferentes: El restaurante Benedetto, especializado en pizzas gourmet maridadas con Champagne o regadas por una gran bodega de vinos italianos; la terraza La Cúpula, un vergel íntimo donde confluyen la gastronomía internacional de la cocina oriental y la mediterránea; la coctelería de autor de Henriette, y el club nocturno Morris Club. “Cuando entras, tienes la autonomía de poder estar en las distintas plantas de un mismo espacio, pero en ambientes totalmente distintos. Puedes hacer un evento, usar solo la parte gastronómica y tomar unos cócteles o disfrutar del club puro y duro. Es estar en un palacete del siglo XIX pero traído al siglo XXI y eso es muy difícil de encontrar ahora mismo”, sostiene.
El nuevo espacio multidisciplinar tiene licencia hasta las seis de la mañana, pero Candela asegura que, después de la pandemia, mucha gente ha dejado de buscar eso en el ocio. “La gente se acostumbró a que su ocio tenía menos horas nocturnas y se conquistaron el día y la tarde. Por eso nuestra oferta, que antes estaba muy dirigida a la noche, ahora lo abarca todo. Estamos abiertos desde la 1.30 de la tarde hasta las 5.00 de la mañana ininterrumpidamente de lunes a domingo”, confirma.